Caminos Radiantes







El viernes 31 de Mayo, nada mas salir de trabajar puse dirección al pueblo, donde avise a mi madre de que esa noche tenía pensado ir al poblado Ibero a realizar unas fotos. Todo fue bien, llegué con luz, subí tranquilamente y anduve en busca de posibles encuadres. En el regreso tuve algún problemilla, ya que decidí volver por las escaleras, pero no daba con la senda y empecé a andar guiándome por la orientación. Tardé un rato en encontrar la senda, pero lo peor fue que anduve como a unos 10 metros por encima de ella durante 30 minutos, y es un gran esfuerzo el ir por la ladera con unos 10 Kg de equipo.

En primer lugar decidí usar un poco de lightpainting en esta composición de circumpolar y camino Íbero, en la cual entraron en juego dos coches en dirección Alpera. Para pintar el camino me ayude del cronometro, para así calcular cuando subir iluminando, esperarme en la curva y repetir el proceso 4 veces, y en el procesado poder escoger la que mas me gustase. Y por cierto, mientras yo empezada con mis fotos mi prima daba a luz a Leire, y unas horas después, el 1 de Junio cumplía años mi madre Rosalinda.

Parte de su historia:
El poblado Ibero Castellar de Meca, cuya época corresponde al ibérico (siglos V-II a. C.), y también al bronce, romano, islámico, medieval, se localiza en el término municipal de Ayora, sobre un largo cerro denominado Mugrón de Meca (Sierra del Mugrón), dentro de la finca denominada "Casas de Meca".

Está declarado Bien de Interés Cultural desde el 3 de junio de 1931.

Las ruinas del Castellar de Meca aparecen como conocidas en documentos de autores como Escolano, Cavanilles, Pierre Paris, Schulten, y especialmente por Julián Zuazo, entre otros. ​ Este yacimiento muestra evidencias de ocupación desde la edad de Bronce ( siglo VI a.C.), los Íberos ( siglos IV- III a.C.) y los romanos (siglos II- I a.C. ) hasta la edad Media (siglo XII). ​ Las ruinas pertenecen a un poblado Ibérico ocupando aproximadamente 15 hectáreas. A simple vista se pueden ver sus antiguas murallas que servían de defensa a esta población, pero además por las características del terreno, estas también forman parte de una fortaleza natural, situándose a unos 1218 metros de altura sobre el nivel del mar en su punto más elevado. ​ Se encuentra en una meseta del monte, con un único acceso, y por el que posiblemente los íberos trazaron un camino, el llamado Camino Hondo (que hoy aún conserva importantes vestigios de las huella dejadas por las ruedas de los carros, y pequeñas cavidades, donde ponían el pie las bestias que transportaban sus cargas), que unía la ciudad- fortaleza con el llano. De esta época íbera son también los restos de casas excavadas en la roca así como los aljibes.

El denominado Camino Hondo, con una pendiente del 30 % constituye una asombrosa obra de ingeniería prerromana. En el último tramo, la roca está excavada 4,30 m. con una anchura de 1,93-2,15 m. Para superar la pendiente se alargó el recorrido y obligó a realizar una cerrada curva para cambiar el sentido del camino hacia el centro de la ciudad. El suelo, sobre roca viva, presenta profundas rodaderas como consecuencia del paso de las ruedas de carro durante 1500 años.

En los laterales se aprecian unas hendiduras en la piedra que presumiblemente servirían para introducir trancas de madera y sujetar así las ruedas evitando el deslizamiento por la pendiente. En la meseta se pueden observar habitaciones excavadas en la roca, escaleras, y numerosos depósitos (más de 100), el mayor llamado "El Trinquete" de 29 x 5 m, con una profundidad estimada de 14 m (más de 2000 m3). No todos los depósitos serían aljibes, ya que algunos pudieron ser utilizados como graneros o almacenes.

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